viernes, julio 30, 2021

LA HISTORIA SIN FIN...DANIELITA Y YO

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

DANIELA

DANIELA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

DANIELA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

FANNY JEM WONG , POETA PERUANA
FANNY JEM WONG , POETA PERUANA

 LA HISTORIA SIN FIN...

miércoles, julio 28, 2021

Tusanaje 秘从中来 ¡Hoy celebramos el cumpleaños de Fanny Jem Wong 🥳!

¡Hoy celebramos el cumpleaños de Fanny Jem Wong 🥳!

Fanny es psicóloga y poeta. Magister en psicología por la U. Nacional Mayor de San Marcos y de la U. Inca Garcilaso de la Vega. Escritora, promotora cultural

Enviamos un fuerte abrazo y buenos deseos para el día de hoy, ¡feliz cumpleaños, Fanny🎊!

Tusanaje 秘从中来 ¡Hoy celebramos el cumpleaños de Fanny Jem Wong 🥳!


Antonio Machado - Acaso

Antonio Machado - Acaso

Antonio Machado - Acaso

Como atento no más a mi quimera
no reparaba en torno mío, un día
me sorprendió la fértil primavera
que en todo el ancho campo sonreía.

Brotaban verdes hojas
de las hinchadas yemas del ramaje,
y flores amarillas, blancas, rojas,
alegraban la mancha del paisaje.

Y era una lluvia de saetas de oro,
el sol sobre las frondas juveniles;
del amplio río en el caudal sonoro
se miraban los álamos gentiles.

Tras de tanto camino es la primera
vez que miro brotar la primavera,
dije, y después, declamatoriamente:

-¡Cuán tarde ya para la dicha mía!-
Y luego, al caminar, como quien siente
alas de otra ilusión: -Y todavía
¡yo alcanzaré mi juventud un día!

sábado, julio 24, 2021

FÁBULAS ANTIGUAS DE CHINA : EL HOMBRE QUE NO VIO A NADIE

 
ÁBULAS ANTIGUAS DE CHINA : EL HOMBRE QUE NO VIO A NADIE

FÁBULAS ANTIGUAS DE CHINA : EL HOMBRE QUE NO VIO A NADIE

Había una vez un hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.

         El oficial que lo aprehendió le preguntó:

         - ¿Por qué robo el oro en presencia de tanta gente?

         - Cuando tomé el oro – contestó –, no vi a nadie. No vi más que el oro.

Lie Zi

 

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jueves, julio 22, 2021

"Precursores" por Marco Martos

"Precursores" por Marco Martos



 
 
 
El poeta y presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Marco Martos, profesor principal de Letras y Humanidades de la Universidad de San Marcos, reflexiona sobre la palabra "Precursores", basándose fundamentalmente sobre la vida y obra de Mariango Melgar, como parte de la serie "Palabras del Bicentenario" con motivo del bicentenario de la Independencia del Perú.
 
Marco Martos Carrera , poeta peruano


 

martes, julio 20, 2021

Julio Cortázar - RAYUELA (capítulo 68)

Julio Cortázar - RAYUELA (capítulo 68)

Julio Cortázar - RAYUELA (capítulo 68)

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo”.

"Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé!

sábado, julio 17, 2021

Wislawa Szymborska Entrevista a una Premio Nobel Por Félix Romeo


Wislawa Szymborska Entrevista a una Premio Nobel Por Félix Romeo

                         PALABRAS PRELIMINARES

Wislawa Szymborska
Entrevista a una Premio Nobel
Por Félix Romeo

      Wislawa Szymborska (Kornik, 1923) vive en un departamento en Cracovia y trabaja todos los días en sus poemas. Se le concedió el Premio Nobel, al que entre risas llama "la catástrofe", en 1996.

      En España se acaba de distribuir una antología muy amplia de sus poemas, Poesía no completa (FCE), en traducción de Abel A. Murcia Soriano y Gerardo Beltrán, quienes también volcaron al castellano esta conversación.

—¿Tiene alguna fórmula mágica para escribir?

—Sé lo que quiero escribir, pero no siempre me sale. Trabajo constantemente en los poemas. Hay algunos poemas que surgen de forma espontánea... (Es mi secreto: no voy a decir nunca cuáles salen con facilidad y cuáles salen con esfuerzo.) Pero no siempre salen de forma espontánea.

—¿Y cómo es la Szymborska que narra sus poemas?

—Creo que cada poema lo escriben dos personas. Hay una persona que es la que siente las cosas, la que las experimenta, la que piensa. Y otra persona, que está detrás de mí y dice: "¿No estarás exagerando?, ¿qué va a entender el lector de lo que estás escribiendo? y, además, ¿para qué le sirve?" Ese yo irónico está siempre, pero si desaparece escribiré muy malos poemas... ¡Y si desaparezco yo, también serán malos! (Risas)

—Utiliza un lenguaje muy especial.

—Mi lengua es una lengua viva. Utilizo frases hechas, lengua coloquial, juegos de palabras, que no necesariamente funcionan en otras lenguas... La suerte de los poetas en el exterior depende de los traductores.

—¿Hablamos de los temas de su poesía?

—Todos mis poemas nacen del amor. Diría incluso que todos los poemas nacen del amor; incluso aquéllos que transmiten el mal tienen en el fondo una forma de amor hacia el mundo. Estoy totalmente convencida... Y si no es así, lo siento por esos poetas.

—¿Y el odio?

—Tengo un poema sobre el odio, que es verdaderamente un sentimiento del siglo XX, el más fuerte, el que encuentra más seguidores. Y eso es algo horrible. Quizá en algún momento fue necesario pero ahora el odio es un sentimiento horrible. Aunque parece más fácil que un loco propague sus ideas con los nuevos medios. Antes, alguien llegaba y se subía a un cajón en una plaza y se ponía a hablar con un megáfono... Todo era más pequeño.

—En sus poemas aparecen muchos animales.

—No imagino la poesía sin los seres que nos acompañan en la vida: los animales, las plantas... e incluso las piedras. Mi animal preferido es el mono. Me encantó un libro de Jane Goodall, A través de la ventana: treinta años estudiando a los chimpancés, en el que cuenta su investigación en Tanzania con los primates y con los chimpancés. No los estudió como un grupo, sino como individuos. Estuvo años siguiéndolos de uno en uno, investigando cada animal en concreto y descubrió que uno era individualista, otra era una mala madre, otra era muy cariñosa, otro era muy travieso... Se trataba de una forma de estudiar a los animales desde una perspectiva totalmente diferente. No me imagino otro enfoque distinto al del análisis individual. Todos somos un poco diferentes. El hombre se somete a diversas ideas de grupo y no siempre es bueno.

—También aparecen muchos sueños en sus poemas.

—Escribo de la realidad y los sueños son una parte de la realidad.

—Además de escribir poemas, está haciendo collages.

—Son un juego. Hoy veo muy clara la diferencia entre la forma de hacer literatura y la forma de hacer arte. La escritura requiere soledad, aislamiento, trabajo y cansancio. He visto pintores trabajando mientras hablaban, riéndose, rodeados de gente, y eso es imposible para un escritor. Necesito tiempo y que nadie me moleste. Mis collages son un juego, para que la gente los disfrute. Son mi forma de descansar. Me canso mucho escribiendo.

—Pero sigue escribiendo sin parar.

—Aún estoy viva, para extrañeza de algunos y también para la mía. Y soy escéptica ante la poesía, incluso ante la mía.

—Por eso utiliza tanto el humor.

—Mi poesía, como la vida, es una moneda: tiene una parte trágica y una parte cómica.

—Y una parte cósmica.

—Recuerdo una anécdota de Filipovich, un fabuloso escritor que supera la prueba del tiempo: cuando el hombre llegó a la Luna, mucha gente en Cracovia estaba asombrada. Filipovich estaba pescando y trataba de ver el acontecimiento con prismáticos. (Risas). Una vez, caminando por los alrededores de Cracovia con Filipovich, nos paramos a identificar estrellas, y cuando nos dimos vuelta, había un enorme grupo de gente a nuestro alrededor; tanta, que al día siguiente la prensa publicó que se había producido el avistamiento de un ovni. Una información que nunca fue desmentida. Espero que eso hiciera feliz a alguien. Escribí un poema en el que decía que no hay que mandar bromistas al Cosmos.

—Le fascina el espacio, pero realmente se ha movido muy poco.

—No sé si es por mi signo zodiacal —cáncer—, pero no me gusta viajar. Nací un día después (y muchos años después) que Proust, que escribió doscientas páginas para decir cómo se preparaba para ir a la playa. No me gusta viajar, pero me gusta volver.

—¿Es cierto que estudió español?

—Hace mucho tiempo iba a unas clases de español. No me acuerdo de nada, pero la estructura de la lengua todavía la controlo. Leíamos fragmentos de El Quijote. Nos daba clase un profesor que no sé si se esmeraba mucho, porque se preparaba la clase el día anterior, pero tenía unos discos maravillosos con música española: canciones populares estupendas. Soy admiradora del Goya luminoso, el de los retratos, el de los tapices, el de las escenas costumbristas y el de las majas. Y he corregido a Velázquez en uno de mis collages: he sacado a una de las meninas al aire libre.

—Hablaba antes del amor. ¿Le puedo preguntar algo de los suyos?

—Le contaré algunas historias de mi infancia. A los doce años me enamoré perdidamente del novio de mi hermana, que no me hacía ningún caso. Un día me vendé la cabeza y él dijo: "¿Qué le ha pasado a eso?" Años más tarde lo volví a ver y me pregunté cómo podía haberme enamorado. No era nada interesante. También había otro chico. Me seguía. Era tan tímido que no me dirigía la palabra. Me escribía cartas. En una de ellas, donde me arreglaba toda la vida —"por ti surcaré los mares, subiré a la cumbre más alta..."—, decía al final: "Estaré mañana bajo tu ventana si no llueve". (Risas)

—Leer también es una forma de acabar con las formas puras.

—Leo todo el tiempo. Muchos libros de divulgación científica y de antropología, de zoología. Leo a Brodsky, con el que tenía mucha afinidad. Pero como no quiero olvidarme de nadie sólo voy a decir que leo a Rilke. Con él comenzó mi fascinación por la poesía.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar
Publicado inicialmente en
Brisa: biblioteca Virtual
 

 


DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS

      Nació en Kornik, Polonia, el 2 de julio de 1923. Desde 1931 se radicó en Cracovia y, de 1945 a 1948, estudió literatura polaca y sociología en la universidad Jagielloniana. Es egresada en Letras, no ejerció actividad académica pero sí trabajó durante décadas en revistas literarias, sobre todo dando a conocer a poetas jóvenes.

      Publica poesía desde los ‘50. Su poesía es aparentemente sencilla, con una mirada filosófica profunda, que suele incluir un humor algo irónico. No pontifica ni advierte, simplemente mira y ve, y su mirada individual se hace universal.

      A partir de 1953 y hasta 1981 trabajó como editora de poesía y columnista en un semanario de Cracovia, al tiempo que publicaba ensayos y artículos, y traducía poemas franceses al polaco. Ha publicado 16 colecciones de poesía, y su obra ha sido traducida a varios idiomas. Entre los reconocimientos que ha merecido se cuentan el premio Goethe (1991), el premio Herder (1995). Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1996.

Libros publicados

    Porque vivimos, 1952
    Llamado al Yeti, 1957
    Sal, 1962
    Cien alegrías, 1967
    Por si acaso, 1972
    Gran número, 1976
    Hombres sobre el puente, 1986
    Fin y principio, 1993)
    Poemas 1957-1993


Premios y distinciones

    Premio de la ciudad de Cracovia, 1954
    Premio del Ministro del Arte y Cultura, 1963;
    Premio de Zygmunt Kaladach, Presidente de la Fundación de Suiza de Koscielski, 1990
    Premio “Goethe”, en Frankfurt, 1991
    Premio Johannes Herder de la Universidad de Viena, 1995
    Premio anual del Pen Club en Polonia
    Premio Nobel de Literatura, 1996

    

   

POEMAS
DE UNA EXPEDICIÓN NO REALIZADA A LOS HIMALAYAS
  

    Estos son los Himalayas
    Montañas de un correr hacia la luna
    momento del arranque eternizado
    Sobre el cielo abierto
    la llanura de las nubes rota,
    de un golpe a la nada.
    El eco: un sordomudo blanco
    el silencio.
    Yeti, abajo hay un miércoles,
    un abecedario, un pan
    y dos más dos son cuatro
    y se derrite la nieve
    Hay una manzana roja
    partida en cuatro.
    No sólo crímenes
    podría haber entre nosotros,
    Yeti, no todas las palabras
    condenan a la muerte
    Heredamos la esperanza
    y el perdón
    Mira cómo damos a luz
    niños entre las ruinas.
    Yeti, tenemos a Shakespeare
    Yeti, tocamos el violín
    Yeti, cuando anochece
    encendemos la luz.
    Aquí ni la tierra, ni la luna
    y las lágrimas se congelan
    o Yeti, puede ser el conejo de la luna
    “Señor de la Luna”
    piénsalo y regresa.
    Entre las cuatro paredes de avalanchas
    Estoy llamando al Yeti,
    Zapateando para calentarme
    sobre la nieve
    eterna.



ALEGRÍA DE ESCRIBIR

    ¿A dónde va la corza escrita por el bosque escrito?
    ¿A tomar agua escrita
    que refleje su hocico puntualmente?
    ¿Por qué alza la cabeza? ;escucha algo?
    Se apoya en cuatro patas que la verdad le presta.
    Mueve bajo mis dedos una oreja.
    Silencio, esa palabra, susurra en el papel
    como las otras y remueve ramas
    por las palabras del bosque cansadas.
    En la hoja blanca de papel acechan
    letras que pueden componerse mal,
    frases que pueden ser un cerco
    y no habrá salvación.
    En la gota de tinta un regimiento
    de cazadores enfocan la mira
    listos para correr pluma empinada abajo,
    cercar la corza y preparar el tiro.
    Olvidan que esto no existe
    Otras leyes gobiernan el blanco sobre negro
    parpadeará el ojo el tiempo que yo quiera
    y podré dividirlo en pequeñas eternidades
    llenas de balas quietas en el aire.
    Por siempre, si lo ordeno; nada pasará aquí.
    Ni una hoja caerá si no lo quiero
    ni las pezuñas hollarán la hierba
    ¿Existe pues un mundo sobre el cual
    soy un destino independiente?
    ¿Ese tiempo al que une la cadena de signos,
    existe bajo mis órdenes constantes?
    La alegría de escribir.
    La posibilidad de eternizar.
    La venganza de una mano mortal.

Wislawa Szymborska
    

miércoles, julio 14, 2021

LA INESPERADA TRAVESÍA DE FRANCISCO BENDEZÚ por MARCO MARTOS

 

LA INESPERADA TRAVESÍA DE FRANCISCO BENDEZÚ  por  MARCO MARTOS

LA INESPERADA TRAVESÍA DE FRANCISCO BENDEZÚ

Marco Martos

A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía.

Mis muñecas han sabido de las caricias de seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios.

Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra y a ellos retornaré en un día no lejano.

Este texto abra la novela León el africano de Amín Maalouf, el fino estilista libanés, reconocido en su país y en Europa como un notable escritor, aunque menos difundido en América a pesar de que sus textos pueden encontrarse en las más serias librerías. Si se ha escogido esta cita es porque tiene vasos comunicantes con la vida y la escritura de Francisco Bendezú, uno de los poetas que enciende los más elaborados elogios de los lectores peruanos de hogaño.

Aparentemente nada más alejado del modo de vida de un aventurero que la supuesta existencia apacible de los poetas del fin del segundo milenio. En el sentido más estricto, el periplo de los vates de hoy se diferencia bastante del transcurrir tumultuoso de un Byron, un Espronceda o un Keats. Los poetas del siglo XX –dícese- se asemejan más a un Mallarmé que a un Rimbaud. Poco falta para que se sostenga que fingen sus tormentos interiores, aunque ciertamente los hay algunos como Pessoa, justamente expertos en identidades inventadas, quienes expresan alegrías y sufrimientos en los que se mezclan en proporciones desconocidas lo ficticio y lo verdadero.

Francisco Bendezú,  bautizado por Roberto Paoli, con mucha razón, como albatros surrealista, resume en su vida y en su poesía, tanto el periplo aventurero de los poetas de todos los tiempos como el sereno discurrir de un apacible profesor de literatura provenzal e italiana. Seguramente es un azar que su apellido no solo tenga un origen árabe, sino que señale también el nombre del barrio moro de Ceuta. Sin embargo, los aficionados a las correspondencias y la alquimia secreta de los nombres tienen tela que cortar pensando en un poeta que maneja un diestro castellano del Perú, que es fastuoso y barroco como un Góngora con sus mejores galas, y que al mismo tiempo, como un poeta árabe, de Córdoba, de Granada, de Jaén o de Murcia, pone a los pies de la mujer amada un enjambre de palabras, como oro, incienso y mirra en su homenaje.

Las damas han sido, desde la adolescencia del poeta, el imán poderoso que despertaba sus sentidos y que daba pábulo para su creación literaria; casi podría decirse que sin la mujer como tema, como norte, como aspiración, como secreto perfume, es inimaginable un Francisco Bendezú poeta. Sin los textos amorosos su poesía sería inexistente o, en el mejor de los casos, magra. No en vano en uno de sus poemas primigenios, que se titula Eternidad, escribió:

“Solamente una mujer./ Solamente una ciudad./ Y la espesura del amor, del mediodía como un vasto / palacio de flores y de miel./ Mi juventud en las plazas, eterna. / Las horas, amada –desnudas”.

En estos versos, que seguramente habría celebrado Leo Spitzer de haberlos conocido, son una especie de programa, de aseveración apodíctica que Bendezú ha desarrollado puntualmente a lo largo de cinco décadas de exigente producción literaria.

Al lado de la preocupación obsesiva por el enigma femenino que nutre y baña toda su obra poética, Bendezú ha sido y es un hombre de su circunstancia histórica, un ciudadano de una conducta moral ejemplar, un defensor insobornable de la libertad y la paz. Sabido es que en los turbulentos años de la historia del siglo XX de nuestro país, uno de los tramos más sombríos es el que va de 1948 a 1956, cuya naturaleza perversa no puede ocultarse ni con las carreteras ni con las escuelas ni con los hospitales que entonces se construyeron; el gobierno de aquel momento ejerció una despiadada y ciega represión contra quienes no comulgaban con sus ideas. A Bendezú, estudiante de San Marcos en aquella época, le tocó una áspera porción de esa torpeza. Conoció entonces la cárcel y luego el destierro. El paso del tiempo atempera la visión del poeta y no tiene sino palabras amables, recordando los momentos más humanísimos o inclusive más hilarantes de su paso por los calabozos y los patios de la penitenciaría de Lima. Ahí fue donde pergeñó veinte líneas infaltables en toda antología de la poesía peruana que tituló Melancolía:

“Los días pasan / como tranvías./ El amor muere./ Melancolía. // Sal, cabelleras. / Sangre que mana / de mis heridas: / sangre perdida...// Las tardes rielan / en mi memoria / tal amarillas / fotografías. // ¡Noches de palmas / y colgaduras! / ¡Ay! Con las nubes / se va mi vida... // Los días pasan / como tranvías./ El amor muere./ Melancolía”.

Obviamente no necesitamos saber que este texto fue escrito en una mazmorra, ni tampoco que el poeta en cierto sentido medía el tiempo con el lento paso de los tranvías que iban espaciando su paso conforme se entronizaba la noche y que escuchaba regularmente con su fino oído en una duermevela tensa, donde la ignorancia del destino inmediato ponía una nota dramática en su ánimo de prisionero. Nos basta percibir que estos magníficos cuartetos pentasílabos poco frecuentes en la tradición poética hispanoamericana y española, traducen la imagen de la soledad de quien ha perdido un amor, y habiendo sufrido ese menoscabo, añora ese bien y permanece desorientado en la vida.

Haciéndole un daño a Francisco Bendezú Prieto, la dictadura de Manuel Odría, al expulsarlo del Perú, indirectamente benefició a la poesía. En Santiago de Chile, el joven pero antiguo sedentario que sólo había hecho rápidos viajes al interior del Perú y que conocía países y civilizaciones antiguos preferentemente gracias a los libros y los sueños, sintió el hormigueo del viajero, la gana ubérrima de conocer lo diferente, el placer de entrar en lo desconocido. Valparaíso, Viña del Mar, Iquique, Puerto Montt y tantos otros lugares, fueron ciudades familiares para el poeta, pero su ciudad, una de las más afincadas en su corazón, como más tarde lo serían Roma y París, y como lo es Lima, sin duda, fue Santiago. Alamedas, avenidas, plazas, jardines, teatros, bibliotecas y cinemas de aquellos años fueron disfrutados por el poeta, atesorados para siempre en su selectiva y exigente memoria. La ciudad, toda la ciudad de Santiago, fue su casa. Dos amores célebres lo ataron de por vida a la capital chilena, Mercedes Ramos-Olivencia, de nacionalidad española y después la chilena Gloria Elgueta. Desde entonces Chile fue, como el Perú, su bandería. Con su práctica y no sólo con su palabra, Bendezú es uno de los intelectuales peruanos que más ha contribuido al acercamiento entre los dos países y los poemas que ha dedicado a las muchachas de Santiago están entre los mas intensos salidos de su pluma.

Particularmente conmovedor es el poema “Twilight” dedicado a Mercedes, que muchos consideran el mejor de la sólo aparentemente escasa producción de Bendezú. Ese comienzo: “Yo soy el granizo / que entra aullando / por tu pecho desquiciado. // Soy tu boca.//” tiene la virtud de introducirnos de golpe de una imagen de violencia amorosa pocas veces vista en la poesía castellana. De lo real-real, de lo más palpable, el poeta eleva su dicción hasta el plano más hondo y trascendente. Demasiado se ha usado entre nosotros las referencias a Dante, pero es justamente al gran poeta florentino, al que hay que remitirnos al pensar en la capacidad metafísica, en esa ponderación del amor en sus más puras esencias que es una constante en la lírica bendezuana. El poema aludido ha sido ensalzado muchas veces y goza de un prestigio múltiple que sólo las grandes páginas tienen. Gusta al letrado mandarín universitario que lo escoge para señalar imágenes y figuras retóricas, deleita a los enamorados que quisieran detener como en una fotografía su pasión amorosa, ofrece disfrute al cuidadoso lector y deslumbra sin duda al que por primera vez conoce la lírica. Leyendo las estrofas finales en una ocasión escuchamos decir a una bellísima muchacha: “¡Cuánto ama ese hombre!”, y en efecto, eso es lo que conmueve. Si bien la literatura es inventada y todo la literatura es ficción en la medida que hay una distancia real entre el ser que escribe con su biografía, sus alegrías y pesares, y el texto que se puede y debe leer con exclusión de su autor, hay un lado verdadero, conmovedor, auténtico, en ese texto que destila un conocimiento profundo de los sentimientos humanos, que nos deja como temblando ante una verdad universal: el amor profundísimo que puede sentir un hombre por una mujer:

“¡Aspersiones de ceniza para tu boca cerrada! / Otra vez tengo veinte años y sonámbulo y en llanto / a la puerta de tu casa estoy llamando,/ al pie de tu reja, como antaño,/ bajo la lluvia sin telón ni máscaras ni agua./ ¡Oh zumbantes calendarios / que en vano el cierzo,/ como a encinas,/ deshojara! // ¡No me digas que te quise! Te quiero./ Te debía este lamento, y aunque un grito / mi sangre apenas sea,/ también te lo debía: un solo interminable / de un corazón en las tinieblas”.

“Twilight” permite acercarnos a una de las constantes de la poesía de Bendezú que tanto señala sus raíces románticas como su entronque con la tradición clásica. Una comparación con Pedro Salinas puede sernos útil. El lírico español en 1934 publicó su poemario más célebre. La voz a ti debida página a página desarrollaba todas las situaciones posibles del amor. Se describe la belleza de la amada, su entorno misterioso para quien lo adivina, el sentimiento que despierta, luego se alude al amor logrado, a la separación y finalmente al olvido, última forma de amar. Bendezú no hace nada de eso, ni en “Twilight” ni en otros textos. Hay una especie de furor eléctrico en su pasión, el amante es el granizo que entra aullando por el pecho desquiciado de la mujer amada. Y después es el que se queda detenido en el momento de la ruptura. Su poesía está hecha de desmesura, en el afecto y en el sufrimiento. En otros poemas, como en “Retrato autógeno de Cristine”, dedicado a Cristine Lhotte, una francesa que lo desquició de amor en Lima, en la década del setenta, el poeta envuelve de palabras a la mujer amada y pareciera, metafóricamente en el poema, darle uno de esos abrazos que, según se dice, quitan la respiración:

“Lo que me transporta a ti son tus enigmas / legendarios, tu nitor de sillar arequipeño / o piedra de Huamanga, tu ahogada voz / de retreta en lontananza, tu calmosa tez / esquiva, la lucífera represa de tus dientes; / tu mohín misterioso y reluctante, tu cuello / salvaje de torcaza, tus amplias faldas / atigradas de mujer de las cavernas, tus / arcaicos trazos de bañista de Campagli, / tu lábil singladura, tu exhaladora estela; / tus cónicos tobillos minúsculos y diáfanos, la / tórrida blancura de tus corvas, tus muslos / duros y pesantes, tus muslos como almenas o molinos / desde los cuales arrojar piedras, plomo ardiendo,/ dementes o palomas, ¡tus muslos!, pleamar en / los espejos, derribados blandones de / magnesio y carboncillo, bocanadas de armiño, / níveos pétalos untuosos y distantes”.

El carácter romántico de la poesía de Bendezú no necesita probanza, tampoco su riqueza proveniente tanto de la tradición surrealista, como de una verbosidad aprendida de un lado en la vida y de otro en los diccionarios que el escritor frecuenta como quien lee novelas o artículos de los diarios. Lo que resulta más difícil de percibir es su estirpe clásica que está en la gramática de la fantasía, frase acuñada por Gianni Rodari, el teórico italiano, de cada uno de sus poemas. Bendezú se sitúa en los comienzos y en los finales de la pasión amorosa. La mujer es lo más hermoso que el hombre puede encontrar sobre el redondo lomo de la tierra. Nada se le compara. Todo cuanto puede hacer el poeta es rendirle homenaje y procurar unirse a ella, ser su servidor, como un poeta árabe de tradición sufí. Lo que menos aparece, tal vez por lo que en frase paradójica podemos llamar el pudor de un exhibicionista, es el amor logrado. Y es que para Bendezú no hay palabra adecuada que pueda acercarse siquiera a expresar la pasión lograda. La sexualidad monda está en la entrelínea de la poesía. Después queda la separación, el solo interminable de un corazón en las tinieblas. 

En Roma, a mediados de los años cincuenta, Bendezú volvió a ser el deslumbrado tanto por la belleza de la ciudad eterna como por el relumbre escandaloso de las mujeres romanas: 

“Muchachas intensas como vitrina./ Precarias como lápidas de nieve. / Muchachas como los árboles inmobles del otoño./ Pálidas como espigas./ Delgadas como llaves./ (...) // Muchachas ignotas como vitrinas./ ¡Inminentes como la aurora!”.

Y así es toda la poesía de Bendezú, poblada de mujeres inminentes, sus textos anuncian el fuego del amor o encuentran sus cenizas. Com se ha dicho del inconsciente, el poeta y su escritura viven un eterno presente. Allí están Mercedes Ramos-Olivencia, Gloria Elgueta, Rosa Boldori, la única que alcanzó a ser novia, Cristine Lhotte, Lucy Raaijen y la para el poeta inolvidable Pinuccia, que serán jóvenes y bellas que todo lo que dure la poesía de Bendezú, porque están en el principio del principio, son de origen y la finalidad del estro del poeta y están unidas a él, quiéranlo o no, por lustros, décadas o siglos. Y he aquí una verdad de a puño: la poesía de Bendezú logra desprenderse de la biografía de su creador y ser una Vox, de las más representativas de la poesía escrita en español. Algunos lo sabemos ya y nos parece mentira poder ser amigos de tan conspicuo lírico que honraría a las letras de cualquier idioma y que le tocó nacer en el Perú. Como Hasan, que vio la luz en Granada, y decía pertenecer a Dios y a la tierra, Bendezú, natural de Lima, es de la lengua castellana y de todo lector de cualquier punto del globo terráqueo.

ADDENDA BIBLIOGRÁFICA

BENDEZÚ, Francisco

1960: Arte menor. Lima: Edición de la Escuela Nacional de Bellas Artes.

1961: Los años. Lima: Edición de la Rama Florida. Ilustraciones y viñetas de Fernando de Szyszlo.

1971: Cantos. Lima. Ediciones de la Rama Florida. Viñeta de Fernando de Szyszlo y cinco reproducciones de Giorgio de Chirico.

1983: El piano del deseo. (Jazz & Poesía). Lima: Separata de la revista Socialismo y participación. N° 21.

MAALOUF, Amin

1992: León el Africano. Madrid. Alianza Editorial

PAOLI, Roberto

1985: Estudios sobre literatura peruana comparada. Florencia: Universitá degli Studi di Firenze.

Publicado en la Revista La Casa de Cartón de Oxy N° 12. Lima, 1997.


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