OLMO DE FUEGO / “Comentario breve sobre Péndulo Amarillo” de Fanny Jem Wong Por BYRON ISACIO.
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"Péndulo Amarillo” Haiku de Fanny Jem Wong |
OLMO DE FUEGO
“Comentario breve sobre Péndulo Amarillo”
Esa maravillosa y
brevísima estructura de la poesía de origen oriental se inicia como medio de
expresión de la sensibilidad del zen. Quizá la genialidad de Matsuo Basho y después
Yosa Buson y otros, recae, específicamente, en haber descubierto que, a pesar
de su aparente simplicidad en su composición como en su forma, el haikú es un
organismo poético muy complejo. Su misma brevedad obliga a su creador a
significar mucho diciendo lo mínimo. Ahora bien, como se sabe, Basho es quien
le dio sus letras de nobleza al pequeño poema de tres versos y diecisiete
sílabas llamado haikú: Pero aclaremos, Basho no inventó esta forma; tampoco la
alteró: simplemente transformó su sentido. Cuando empezó a escribir, la poesía
se había convertido en un pasatiempo: poema quería decir poesía cómica,
epigrama o juego de sociedad. Basho se da cuenta de ello y recoge este nuevo
lenguaje coloquial, libre y desenfadado, y con él busca lo mismo que los
antiguos: el instante poético. El haikú se convierte, entonces, en la anotación
rápida, verdadera recreación de un momento privilegiado; exclamación poética,
caligrafía, pintura y escuela de meditación, todo junto. Es por eso que se ha
dicho muchas veces que el haiku es un ejercicio espiritual. Una mezcla entre
poesía y meditación. Esta afirmación me conlleva a citar a Octavio Paz. Paz
creía que el poema es o debería ser: el soporte lingüístico, oído o leído, un
"ejercicio del instante y del espíritu" a lo que Paz, siguiendo a
Machado, llama la otredad del ser.
Pero quizá no todos los poemas se presten a este tipo de disciplinas; quizá
sólo los buenos poemas, y, dentro de los buenos, sin lugar a duda, está el
haiku.
Los creadores de
occidente o poetas en lengua española que, enamorados del pequeño poema
“haiku”, agudizan su sensibilidad imaginativa, y muchas veces transgrediendo o
recreando su forma original, escribieron, para el deleite de sus lectores,
grandes haikus. El caso aquí no recae en la influencia recibida por oriente,
sino en la inspiración -(transgresión y construcción) al mismo tiempo.
Entonces, lo importante es añadir un nuevo continente irreal, como diría Ortega
y Gasset, al continente ya existente de la cultura oriental, y que ese nuevo
continente sea asequible de alguna manera a los lectores mediante la
convergencia artístico-cultural. Se trata de una ampliación o profundización de
la poesía en español. Entre sus representantes aparecen muchos nombres, como es
el caso del poeta José Juan Tablada a quién se le atribuye la acción de ser el
introductor del haiku en la poesía escrita en español. Luego sobresaldrán otros
nombres, como el poeta argentino Jorge Luis Borges, el mexicano Octavio Paz, el
Uruguayo Mario Benedetti, entre otros. En el Perú, los poetas no han sido
ajenos a este contraste poético y ha habido muy buenos representantes del
haiku, como Javier Sologuren, Alfonso Cisneros Cox, Alberto Guillén, Arturo
Corcuera, incluso nuestra más grande poeta mujer, Blanca Varela, y más
recientemente Cecilia Molina, y a estos creadores de una obra de importantísima
valía, se une Fanny Jem Wong con su libro, “Péndulo
amarillo”(Lima, Gaviota Azul Editores, 2019).
Péndulo amarillo: La poeta Fanny Jem
Wong, no pudo encontrar un título mejor acertado para su libro de haikus que
“péndulo amarillo” Péndulo significa -(si juzgamos por la lectura del libro)-
equilibrio coexistente entre dos culturas de una vasta trascendencia
costumbrista entre oriente y oxidante. El color “Amarillo” está relacionado con
el sol y el oro. Para la cultura china, país de origen de la poeta, el amarillo
simboliza la tierra, la cosecha, la riqueza y el calor, y nos hace pensar en la
claridad, la esperanza, la nobleza, la alegría, la prosperidad, la brillantez y
la plenitud. Entonces, Péndulo amarillo
vendría a ser el equilibrio armónico del ser y del espíritu, esa oscilación
vibrante entre hombre y naturaleza, origen y presencia viva, meditación y
creación.
Ahora, líneas arriba
he dicho que el haiku en occidente ha sido una constante (transgresión y
construcción). Es decir, una variación de su forma original hacia una
recreación o aproximación parecida. Sin embargo, ha habido casos muy
particulares en que se ha cumplido, al pie de la letra, con los rasgos
definitorios que exige un poema para ser considerado un verdadero haiku,
empezando por la métrica que consiste en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5
sílabas, respectivamente, además que debe mostrar escenas de la naturaleza, la
vida cotidiana y debe trasmitir la impresión que ha causado un hecho o
acontecimiento. Péndulo amarillo cumple con estas características a cabalidad,
y eso nos lleva a pensar, desde la lectura de las primeras páginas del libro y
hasta las últimas, en dos estaciones. Primero: que la poeta Fanny Jem Wong, muy
aparte de sus innegables cualidades para la creación poética, muestra un vasto
y nutrido conocimiento intelectual filosófico, como los principios del
confucianismo y el budismo: la poeta ve el cosmos como algo armónico que regula
las estaciones, la vida animal, la vegetal y la humana; disgrega el pensamiento
poético en una profunda meditación y de esa meditación -casi convertida rito-
nacen sus versos, como “péndulos
amarillos / desojándose”, dicho en las propias palabras de la poeta.
Segundo: Si separamos al autor de su obra o la obra de su autor, Péndulo amarillo no es un libo
cualquiera, mucho menos un trabajo improvisado de algún admirador de la poesía
oriental y de Matsuo Basho, no. Quien
lea el libro y demande un cierto conocimiento de la poesía y la cultura
oriental y occidental, se dará cuenta que estamos frente a una obra autentica,
propia de alguien que no se limita a ver su mundo poético como a una esfera de
cristal que da vueltas entre sus manos, sino que es parte y está dentro de esa
esfera poética, y desde allí nos habla con una voz que deja de ser humana para
ser cósmica.
Siempre he creído
que el artista de nuestro tiempo, no debe buscar la ruptura, sino el diálogo
con nuestra historia y nuestra cultura; y Péndulo
amarillo es eso: un intercambio de ideas con los maestros del haiku, además
de una constante fusión entre oriente y occidente. Resalta sus costumbres,
cultura y tradición. Pienso que este libro no hubiera sido posible si su autora
no tuviera orígenes asiáticos, o la vida no le hubiera permitido vivir en
oxidante. Y justamente ese hilo de conexión entre historia y modernidad, esa
combinación de términos y experiencias poéticas, hacen de péndulo amarillo un
libro único, un universo de emociones en diferentes paradigmas del ser, espacio
y tiempo, revelación del tejido misterioso del mundo, la realidad límpida del
hallazgo, los momentos de un camino de conducta que “se ahínca en el ahora
perenne”. Un libro transparente y depurado de necesaria lectura y de cuidado
análisis.
Veamos solo algunos
ejemplos:
“por las mañana / arroz sopa de miso / rico
pescado” Si leemos el poema con atención, estos versos nos trasladan -como
en una máquina del tiempo- hacia el continente asiático, “Japón”,
específicamente. Sabemos que la sopa de miso es uno de los platillos básicos
que integran el menú típico oriental (que sigue la fórmula de «una sopa más
tres platos»), en el desayuno tradicional. Entonces, Péndulo amarillo, en primera instancia, es una evocación nostálgica
hacia los orígenes, reverberación y revalorización del paso y las raíces de la
poeta quien se siente orgullosa de su lugar de procedencia. Otro claro ejemplo
de lo que acabo de afirmar sería el siguiente haiku: “ojitos negros / carita de min pao / infinita luz” aquí hay una
relación inquebrantable entre cultura y niñez… min pao es un dulce que forma
parte de la amplia gastronomía asiática. Entonces, estos versos simbolizan la
ternura hacia la niñez, el recuerdo perenne de esa hermosa etapa de la vida de
la poeta al cual vuelve imaginariamente, cada vez que siente la necesidad de
escapar de todo aquello que la rodea y le exaspera. Y por eso en otros de sus
haikus nos dice “camina lento / niña
lapislázuli / entre fantasmas” estos versos nos trasladan a la presencia
viva, al presente de presentes, lugar desde donde la poeta muestra su impotencia
más no su derrota, se siente amenazada y temerosa pero no vencida, se mueve con
sumo cuidado entre los fantasmas que la rodean, sabiendo que ella es esa niña
lapislázuli y tiene la fuerza y el poder de una de las piedras más hermosas y
poderosas de la tierra para sobresalir y continuar su camino. Otra de las más hermosas y esplendidas
creaciones que afloran su belleza sobre péndulo amarillo es el siguiente haiku:
“en el pantano / crece una orquídea /
tímidamente” de alguna manera, este haiku está correlacionado con lo que
acabo de afirmar con el ejemplo anterior. Pantano es igual a mundo, orquídea
significa vida. La poeta nos dice, a través de estos versos, que lo hermoso y
bello de la vida se antepone a cualquier germen de maldad existente en el universo
que nos rodea y del cual somos parte. Ahora, todo este pensamiento o concepción
-casi espiritual- del universo, no sería posible sin una profunda meditación,
sin el aprendizaje de lo que he dicho anteriormente, de los principios del
budismo y confucionismo. La poeta lo dice con más precisión en los siguientes
versos “niña de nieve / tú enciendes las
luces / sigue la calma” la tranquilidad y el equilibrio emocional de una
persona está dentro de sí mismo, no es adquirida sino concebida, nos dice la
poeta. Es uno mismo el que debe encender las propias luces de su interior para
enfrentarse al mundo exterior y al futuro.
En las fulguraciones
de estos ochenta y ocho haikus de -temática múltiple- que conforman péndulo amarillo, podríamos citas otros
ejemplos que fácilmente nos llevaran por otros senderos iluminados bajo esa luz
brillante que se esparce por todo el libro. Sin embargo, dejaré esa tarea a la
libre imaginación de las almas predispuestas a entender e interpretar a este
ramillete de péndulos amarillos que nos ofrece la poeta Fanny Jem Wong. En su
lectura, el lector encontrará ventanas privilegiadas desde las que puede mirar
lo nunca antes mirado. Por eso creo con exactitud que el pequeño poema haikú,
no sólo es poesía escrita –o, más exactamente, dibujada– sino poesía vivida,
experiencia a poética recreada. Con inmensa cortesía, la poeta Fanny Jem Wong
no nos dice todo: se limita a entregarnos unos cuantos elementos, los
suficientes para encender la chispa. Es una invitación al viaje, un viaje que
debemos hacer con nuestras propias piernas, como nos dice el mismo Matsou Basho
en uno de sus versos: "No hay que viajar a los lomos de otro. Piensa en el
que te sirve como si fuera otra y más débil pierna tuya".
Byron
Isacio
Lima,
diciembre de 2019.
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