Mario Benedetti : extracto de "Primavera con una esquina rota
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Uno tendría que automedicarse la risa como un tratamiento de profilaxis
sicológica, pero el problema, como te imaginarás, es que no abundan los
motivos de risa...Por ejemplo: cuando me hago cargo del tiempo que hace
que no los veo: a vos, a Beatriz, al Viejo. Y sobre todo cuando pienso
en el tiempo que acaso transcurra antes de que los vuelva a ver. Cuando
mido ese valor del tiempo, no es como para reír. Creo que tampoco para
llorar. Yo, al menos, no lloro. Pero no me enorgullezco de ese
estreñimiento emocional. Sé de mucha gente que aquí de pronto suelta el
trapo y llora inconsolablemente durante media hora, y luego emerge de
ese pozo en mejores condiciones y con mejor ánimo. Como si el desahogo
les sirviera de ajuste. De manera que a veces lamento no haber adquirido
ese hábito. Pero quizá tenga miedo de que si me aflojo, mi resultado
personal no sea el ajuste sino el desajuste. Y ya tengo, desde siempre,
suficientes tornillitos a medio aflojar como para arriesgarme a un
descalabro mayor. Además, para serte estrictamente franco, no es que no
llore por miedo a aflojarme, sino sencillamente porque no tengo ganas de
llorar, o sea, que no me viene el llanto. Esto no quiere decir que no
padezca angustias, ansiedades, y otros pasatiempos. Sería anormal si, en
estas condiciones, no los padeciera. Pero cada uno tiene su estilo. El
mío es tratar de sobreponerme a esa minicrisis por la vía del
razonamiento. La mayoría de las veces lo logro, pero en cambio otras
veces no hay razonamiento que valga.
- Y si bien estoy convencido
de que cada tipo es el único que puede resolver los problemas propios,
también es cierto que a veces puede ayudar, sólo ayudar, alguien de
mucha confianza. Para esa relativa ayuda me ofrezco, si querés. - En el
amor no hay posturas ridículas ni cursis ni obscenas. En el no amor todo
es ridículo y cursi y obsceno.
- El pasado se vuelve fastuoso y
sin embargo es apenas una desilusión óptica. Porque el pobre, mezquino
presente gana una sola y decisiva batalla: existe. Estoy donde estoy.
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Unos más, otros menos, hacemos el esfuerzo por organizarnos, por
empezar de nuevo, por poner un poco de orden en nuestros sentimientos,
en nuestras relaciones, en nuestras nostalgias. Pero no bien nos
descuidamos, reaparece el caos. Y cada recaída en el caos (perdoná la
redundancia) es más caótica.
- El buen compañerismo consiste
muchas veces en callar, en respetar el laconismo del otro, en comprender
que eso es lo que el otro necesita en esa precisa y oscura jornada, y
entonces arroparlo con nuestro silencio, o dejar que él nos arrope con
el suyo, pero, y este pero es fundamental, sin que ninguno de los dos lo
pida ni lo exija, sino que el otro lo comprenda por sí mismo, en una
espontánea solidaridad.
- No creo (ni siquiera después de estos
últimos y durísimos años) aquello que decía el taciturno existencialista
acerca de que el infierno son los otros, pero en cambio puedo admitir
que muchas veces los otros no son precisamente el paraíso.
-
Ahora, a tanta distancia, si quisiera ser descaradamente franco conmigo
mismo, tal vez no sabría reconocer de qué me enamoré, o si realmente me
enamoré alguna vez de esa mujer desmesuradamente mesurada. Me digo esto y
de inmediato siento que soy injusto. Es claro que debo haberme
enamorado. Sólo que no me acuerdo.
- Pensamos distinto en muchas cosas pero enterarnos de las diferencias es también una forma de achicarlas.
- Para mí la única prueba de la existencia de dios son las piernas de graciela.
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De mis manos brotarán
amapolas rojas como la sangre.
Así, quizás mi poesía sea eterna.
MI POESÍA SOY YO
FANNY JEM WONG M
LIMA - PERÚ