La breve obra tiene suspenso y, como no podía ser de otro modo, un final feliz.
Fiesta de la palabra, el libro-presea lo dedica la autora “a todos los niños de mirada brillante” y en especial a sus hijas Michelle y Sofía, “sus estrellas”.
Solo nos queda reafirmar que creemos y queremos que siga la producción inexhaustible de Pilar para enriquecimiento de nuestra no muy poblada literatura infantil. ¡Que tanto necesitamos!
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