miércoles, septiembre 30, 2015

CITAS DE FRANZ KAFKA

FRANZ KAFKA

FRANZ KAFKA

Franz Kafka

(Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924) Escritor checo en lengua alemana cuya obra señala el inicio de la profunda renovación que experimentaría la novela europea en las primeras décadas del siglo XX. Franz Kafka dejó definitivamente atrás el realismo decimonónico al convertir sus narraciones en parábolas de turbadora e inagotable riqueza simbólica: protagonizadas por antihéroes extraviados en un mundo incomprensible, sus novelas reflejan una realidad en apariencia reconocible y cotidiana, pero sometida a inquietantes mutaciones que sumergen al lector en una opresiva y asfixiante pesadilla, plasmación de las angustias e incertidumbres que embargan al hombre contemporáneo. 
 
 
FRANZ KAFKA


Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, Franz Kafka se formó en un ambiente cultural alemán. Su padre, Hermann Kafka, había obtenido una cómoda posición con un matrimonio ventajoso y pudo costear una buena formación para el primogénito en uno de los colegios alemanes de Praga. Concluido el bachillerato (1901), el cabeza de familia lo obligó a cursar estudios de leyes, materia por la que nunca sintió el menor interés, y se doctoró en derecho en 1906.
Los años universitarios le dejaron tiempo para cultivar sus aficiones filosóficas y literarias; leyó a numerosos autores y conoció al futuro escritor y crítico literario Max Brod, con quien trabó una íntima amistad destinada a perdurar toda una vida. La personalidad enérgica y activa de Brod, totalmente opuesta a la del temeroso e introvertido Kafka, mitigó su soledad y su marcada tendencia al aislamiento.
Finalizados sus estudios, trabajó en diversos bufetes de abogados y, desde 1908, en una compañía de seguros de Praga. Allí desempeño sus tareas con eficiencia y puntualidad, llegando a merecer un ascenso; sin embargo, carecía por completo de ambición profesional. El aburrido empleo (que no abandonaría definitivamente hasta 1920, a causa de su deteriorada salud) le ocupaba solamente las mañanas y podía dedicar las tardes y las noches a la literatura, su verdadera pasión.
 
FRANZ KAFKA


En 1911 conoció a Yitzchak Lowy, actor de teatro yiddish; pronto empezó a interesarse por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una notable influencia y favorecieron su adhesión al sionismo. Su proyecto de emigrar a Palestina se vio frustrado en 1917 al padecer los primeros síntomas de tuberculosis, que sería la causante de su muerte. El diagnóstico decidió a Kafka a romper definitivamente su compromiso matrimonial con Felice Bauer, a la que había conocido en 1912 a través de Max Brod. Durante los cinco años que duró, la relación con Felice había sido repetidamente abandonada y retomada debido a las interminables vacilaciones de Kafka.
 
FRANZ KAFKA

La enfermedad obligó a Kafka a pasar largas temporadas en diversos sanatorios, primero en los Alpes italianos y finalmente en Kierling, cerca de Viena. En uno de ellos se enamoró de la joven checa Julie Wohryzek, pero la radical oposición del padre de Kafka imposibilitó el matrimonio. Este episodio originó el más revelador documento de aquella conflictiva relación paternofilial: la célebre Carta al padre que Kafka escribió en 1919. Publicada póstumamente, nunca llegó a ser enviada a su destinatario.

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En 1920, el encuentro con la traductora y periodista checa Milena Jesenská se transformó en una relación profunda, testimoniada en las Cartas a Milena, que verían la luz en 1952. Pero ni Kafka ni la propia Milena, casada con otro hombre, tuvieron el aliento necesario para romper el matrimonio, y a partir de 1921 comenzaron a distanciarse. Se estableció entonces en una casa de campo adquirida por su hermana, en la que escribió El castillo. En 1923, con la enfermedad ya muy avanzada, conoció a la jovencísima y vital Dora Diamant, el gran amor que había anhelado siempre, y que le devolvió brevemente la esperanza. Pero en abril del año siguiente sus dolencias se agravaron; en compañía de Dora Diamant, de su amigo Max Brod y de su tío Siegfried, falleció el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling.
La obra de Kafka 
 
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A pesar de la enfermedad, de la hostilidad manifiesta de su familia hacia su vocación literaria, de sus cinco tentativas matrimoniales frustradas y de su empleo de burócrata en una compañía de seguros de Praga, Franz Kafka se dedicó intensamente a la literatura. Su obra, que nos ha llegado en contra de su voluntad expresa (ordenó a su íntimo amigo y consejero literario Max Brod que quemara todos sus manuscritos tras su muerte), constituye una de las cumbres de la literatura alemana y se cuenta entre las más influyentes e innovadoras del siglo XX. 
 
En la línea de la Escuela de Praga, de la que es el miembro más destacado, la escritura de Kafka se caracteriza por una marcada vocación metafísica y una síntesis de absurdo, ironía y lucidez. Ese mundo de sueños, que describe paradójicamente con un realismo minucioso, ya se halla presente en su primera novela corta, Descripción de una lucha, que empieza con una lección de danza en Praga, traslada muy pronto al héroe al Japón y le sitúa en el centro de salvajes aventuras espirituales; fragmentos de este relato fueron publicados en 1909 en la revista Hyperion, dirigida por Franz Blei. 
 
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En 1913, el editor Rowohlt accedió a publicar su primer libro, Meditaciones, pequeños fragmentos en prosa de una inquietud espiritual penetrante y un estilo profundamente innovador, a la vez lírico, dramático y melodioso. Los textos eran en realidad extractos de su diario personal: a instancias de su amigo Max Brod, Kafka seleccionó una serie de pasajes del Diario que había iniciado en 1910 y que continuaría, casi sin interrupciones, hasta el mismo año de su muerte. El libro pasó desapercibido; los siguientes tampoco obtendrían ningún éxito, fuera de un círculo íntimo de amigos y admiradores incondicionales. 
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El estallido de la Primera Guerra Mundial y el final del noviazgo con Felice Bauer señalaron el inicio de una etapa creativa prolífica en la que redactó las obras más características de su producción. Su legado, que plantea numerosas dificultades de interpretación, se caracteriza en cambio por una extrema y deliberada claridad estilística, como se observa en la más conocida de sus narraciones, La metamorfosis (1915). Su protagonista es un mediocre viajante de comercio, Gregorio Samsa; un mañana, al despertarse, Samsa descubre que se ha transformado en un enorme insecto, lo que es narrado con normalidad pese a la monstruosidad de la situación. Este doble juego será una constante en la creación del autor, y en él reside en buena medida su singularidad y eficacia. 
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Casi contemporáneo al anterior y escrito en una sola noche es el relato de un conflicto paternofilial: La condena (1913), en el que un padre viejo y aparentemente enfermo recobra de repente su vitalidad y autoridad opresiva para maldecir a su hijo, que tan sólo deseaba vivir su propia vida. Años después aparecerían impresos el cuento En la colonia penitenciaria (1919) y el volumen de relatos Un médico rural (1919). Todas las restantes obras de Kafka no serían publicadas hasta después de su muerte. Títulos esenciales de su producción, como El proceso o El castillo, se hubiesen perdido para siempre de no haber incumplido Max Brod su orden de quemar los manuscritos; de hecho, el propio Brod se encargó de preparar las ediciones. 
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Su primera novela propiamente dicha (las narraciones anteriores deben considerarse cuentos o novelas cortas por su extensión) es El proceso, que había comenzado a escribir hacia 1914 y fue publicada póstumamente en 1925. El protagonista de El proceso es Joseph K., empleado en un banco. Una mañana, dos individuos de uniforme le notifican su detención en virtud de un proceso que se ha incoado contra él. Es inútil que quiera conocer el delito de que se le acusa: son simples funcionarios que se limitan a cumplir su cometido, a saber, notificarle su detención. Pese a ello, es dejado provisionalmente en libertad; será citado en domingo para los interrogatorios a fin de no perturbarle en su trabajo.
 
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En sus intentos de probar su inocencia, Joseph K. penetra en los entresijos de un inquietante sistema judicial. Las sesiones del juzgado de instrucción se celebran en casa de un carpintero; los libros de la ley no son más que novelas sádicas e indecentes; los archivos judiciales están instalados en el granero de una casa miserable, en cuya irrespirable atmósfera escriben incesantemente los empleados sobre sus pupitres. Un tío de Joseph K. le presenta a su abogado, un viejo enfermo que recibe a sus clientes en la cama y cuya enfermera se siente atraída eróticamente por todos los procesados; tampoco él consigue adelantar el asunto. Se cuenta que la absolución es posible, que hace muchísimos años se dictó una sentencia absolutoria, pero es una leyenda de dudoso crédito, pues, en realidad, los fallos del tribunal no se publican nunca. Un pintor retratista de jueces le informa de que podría ser aparentemente absuelto, lo que equivale a decir que el día menos pensado podría volver a ser detenido.
 
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Todo ello va minando la inicial determinación de Joseph K. Obsesionado por el caso, descuida su trabajo en la oficina para pasar largas horas perdido en el examen de las varias posibilidades de salvación que aparentemente se le ofrecen, o bien va corriendo de un lado a otro de la ciudad para confiar su defensa a un abogado o para buscar afanosamente la ayuda de cualquier persona que conozca a los jueces que se hacen cargo de su proceso. Al mismo tiempo, percibe miradas y sonrisas maliciosas en los escenarios donde se desarrollaba su metódica vida (el banco, la pensión, el café); de forma inexplicable, todos están enterados de su proceso. 
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Sus medios de defensa resultan insuficientes y equivocados; al cabo de casi un año, sin haber llegado nunca a conocer cuál era la acusación, y extenuado e impotente tras una lucha imposible y absurda, Joseph K. es llevado sin resistencia a la afueras de la ciudad y ejecutado. El centro de la obra es el crecimiento del sentimiento de culpa y los tormentos que éste desencadena. La novela fue dramatizada en 1947 por André Gide y Jean-Louis Barrault, mientras que Gottfried von Einem hizo con ella una ópera, con libreto de Boris Blacher y Heinz von Cramer, que se estrenó en 1953. En 1962, Orson Welles rodó una soberbia adaptación cinematográfica.

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El argumento de su segunda novela, El castillo (escrita entre 1921 y 1922 y publicada en 1926), es en ciertos aspectos similar. Un agrimensor llamado K. llega a una aldea gobernada por un conde que vive en un castillo sobre la colina; el agrimensor ha sido llamado por el conde para trabajar a su servicio, y su intención es establecerse allí y ejercer su profesión. 
 
Sin embargo, topa de inmediato con inesperadas e insuperables dificultades. Por un lado, el castillo parece ser la sede de una monstruosa e incomprensible maquinaria burocrática a la que es casi imposible acceder; cuando parece lograrlo, no obtiene sino comunicaciones contradictorias. Por otro, no obtiene ninguna cooperación de las gentes del pueblo, que aceptan con naturalidad los absurdos dictados del castillo y parecen dejarlo de lado. A pesar de su empeño y sus esfuerzos, K. nunca logra más que aparentes avances en su propósito de iniciar su trabajo e integrarse en la comunidad, seguidos de retrocesos que lo devuelven una y otra vez al punto de partida. Max Brod hizo una versión dramática de esta obra en 1953. 
 
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América (1927), por último, es una novela inconclusa, además de fragmentaria, que presenta dos grandes saltos y carece de final. Aunque en la publicación póstuma ocupa el tercer lugar, fue la primera que escribió: su primer capítulo, "El chófer", se había impreso en 1913 como relato independiente. Su protagonista es Karl Rossmann, un muchacho de dieciséis años que, a consecuencia de una desdichada aventura con la criada de sus padres, se ve obligado a separarse de ellos y de Alemania, su patria, para emigrar a América, donde uno de sus tíos debe recibirle.
Pronto se encuentra abandonado a sus propias fuerzas en aquel inmenso y complicado país. Karl trata de trabajar en diversos oficios, pero dura poco en ellos; conoce así numerosos aspectos de aquella sociedad y pasa por múltiples experiencias que ponen claramente de relieve su imposibilidad de adaptarse. Como en las novelas antes reseñadas, el lector tiene la impresión de seguir al héroe a través de un oscuro laberinto indescifrable, donde los acontecimientos cobran un valor simbólico, pero sin que jamás se aclare la significación de los símbolos ni el efecto que puedan tener en la vida del personaje.
 
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La muralla china (1931) es un volumen que recoge relatos y textos en prosa escritos a partir de 1917; además del cuento que le da título, abarca dieciocho narraciones diversas y dos colecciones de notas y pensamientos. Los Diarios 1910-1923 se publicaron en 1948-1949, aunque una selección de ellos y de las cartas del autor ya se habían impreso en 1937 en Praga. Estos textos son de gran importancia para la interpretación de la persona y la obra de Kafka, e incluyen un proyecto inconcluso de obra aforística que Max Brod compiló con el título Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el verdadero camino
 
La existencia atribulada y angustiosa de Kafka se refleja en el pesimismo irónico que impregna su obra, que describe, en un estilo que va desde lo fantástico de sus obras juveniles al realismo más estricto, trayectorias de las que no se consigue captar ni el principio ni el fin. Sus personajes, significativamente designados con una inicial (Joseph K. o simplemente K.), son zarandeados y amenazados por instancias ocultas, materializadas en las autoritarias estructuras burocratizadas y anónimas creadas por la misma sociedad. Así, el protagonista de El proceso no llegará a conocer el motivo de su condena a muerte, y el agrimensor de El castillo buscará en vano el rostro del aparato burocrático en el que pretende integrarse; ambos padecen la angustiosa desorientación, la impotencia y finalmente el sentimiento de culpa y desamparo frente a un mundo ininteligible y deshumanizado que escapa a todo intento de control y que acaba degradando y sometiendo al hombre. 
 
Tan singular es la opresiva atmósfera que emana de sus más características narraciones, que incluso la lengua común ha incorporado el adjetivo kafkiano para referirse a una situación particularmente absurda y angustiosa. Los elementos fantásticos o absurdos, como la transformación en escarabajo del viajante de comercio Gregorio Samsa en La metamorfosis, evidencian la alienación del individuo e introducen en la realidad más cotidiana aquella distorsión que permite desvelar su propia y más profunda inconsistencia, un método que se ha llegado a considerar como una especial y literaria reducción al absurdo.
Por su trascendental influencia, Franz Kafka se coloca a la cabeza de la renovación que emprendió el género novelístico en las primeras décadas del siglo XX, en la que también han de ubicarse grandes maestros como el francés Marcel Proust, el irlandés James Joyce y el estadounidense William Faulkner. Pero su originalidad irreductible y el inmenso valor literario de su obra le han valido a posteriori una posición privilegiada, casi mítica, en la literatura contemporánea. Cien años después de La metamorfosis, las múltiples interpretaciones trazadas desde los más variados puntos de vista (desde el enfoque existencialista al sociológico o psicoanalítico, pasando por las que parten del judaísmo o de la biografía del autor) siguen pareciendo reducciones o simplificaciones de una obra que, por su riqueza significativa, apenas tiene parangón en la literatura universal.

 

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Citas célebres de Franz Kafka

  1. No puedo hacerte entender. No puedo hacer que nadie entienda lo que está sucediendo dentro de mí. Ni siquiera puedo explicarlo a mí mismo.
  2. Todo aquello que estás buscando, también te está buscando a ti.
  3. Hay problemas que jamás hubiéramos resuelto si fueran realmente nuestros problemas.
  4. Lo estoy haciendo mal, lo estoy haciendo bien; lo que tú prefieras.
  5. Nunca imaginé que tantos días finalmente harían una vida tan pequeña.
  6. El significado de la vida es que se detiene.
  7. Si encuentras a alguien que te hace sonreír, que te mira a menudo para ver si estás bien. Que cuida de ti y quiere lo mejor para ti. Que te ama y respeta. No lo dejes ir. Gente así es difícil de encontrar.
  8. No dejes que el mal te confunda y creas que puedes tener secretos para él.
  9. Hay ocasiones en que estoy convencido de que no soy apto para ninguna relación humana.
  10. Las religiones se pierden como los hombres.
  11. El soltero se resigna aparentemente por su propia voluntad y en plena vida a un espacio vacío, cada vez más pequeño. Y se muere, le basta el ataúd.
  12. No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives.
  13. La historia de los hombres es un instante entre dos pasos de un caminante.
  14. Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en la cabeza, ¿para qué leerlo? Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada.
  15. El aislamiento es una forma de conocernos a nosotros mismos.
  16. Ya no sé si deseo ahogarme en el amor, en el vodka o en el mar.
  17. La fortuna es comprender que el suelo sobre el que te encuentras no puede ser más grande que los dos pies que lo cubren.
  18. Mejor tener y no necesitar, que necesitar y no tener.
  19. Es solo por su estupidez que algunos pueden estar tan seguros de sí mismos.
  20. Los puntos de vista del arte y de la vida son distintos, aún en el mismo artista.
  21. El mal conoce el bien, pero el bien no conoce el mal.
  22. Hay una cantidad infinita de esperanza en el universo… pero no para nosotros.
  23. La incitación a la lucha es uno de los medios de seducción más eficaces del mal.
  24. Estoy encadenado. No toques mis cadenas.
  25. Un primer signo del comienzo del entendimiento es el deseo de morir.
  26. Lo que nos hace llamar con el nombre de juicio final al juicio universal, es sólo nuestra concepción del tiempo; en realidad se trata de un juicio sumario.
  27. Yo soy la novela. Yo soy mis historias.
  28. El viejo amigo que se casa, ya no es un amigo.
  29. La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza.
  30. Normalmente resuelvo problemas dejándolos devorarme.
  31. Estoy cansado, no puedo pensar en nada y solo quiero poner mi cara en tu regazo, sentir tu mano sobre mi cabeza y permanecer así por toda la eternidad.
  32. Como un camino en otoño: tan pronto como se barre, vuelve a cubrirse de hojas secas
  33. No hablo como creo, no pienso como debería, y todo continúa en una oscuridad indefensa.
  34. El verdadero enemigo te transmite un valor sin límites.
  35. Empieza con lo que es correcto en lugar de con lo que es aceptable.
  36. Muchos libros son como la llave de cámaras desconocidas dentro del castillo de uno mismo.
  37. Todo lo que amas, eventualmente lo perderás, pero al final, el amor volverá en una forma diferente.
  38. Soy libre y es por eso que estoy perdido.
  39. El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto, sino sobre el suelo, parece preparada más para hacer tropezar, que para que se siga su rumbo.
  40. El hecho de que tu médico tenga un nombre para tu enfermedad no significa que él sepa de qué se trata.
  41. ¿Sería posible que este mundo nos diera alegría si no estuviéramos refugiados en él?
  42. Simplemente, no sobrestimes lo que he escrito; de otro modo se me volvería inalcanzable lo que aún espero escribir.
  43. La literatura es siempre una expedición a la verdad.
  44. Creo que deberíamos leer solo el tipo de libros que nos hieren y apuñalan.
  45. Eres a la vez tanto el silencio como la confusión de mi corazón.
  46. Las personas se etiquetan a sí mismas con todo tipo de adjetivos. Solo me puedo pronunciar como «miserablemente nauseabundo y sin remedio».
  47. Tiene mucho miedo de morir porque aún no ha vivido.
  48. La eterna juventud es imposible; aun cuando no hubiera otros impedimentos, la introspección la imposibilitaría.
  49. Dormí, desperté, dormí, desperté, miserable vida.
  50. Por favor, considérame un sueño.
  51. Existen sólo dos cosas. Las verdades y las mentiras. La verdad es indivisible, por lo tanto, no puede reconocerse a sí misma; quien quiera reconocerla tiene que ser una mentira.
  52. El deber escolar eres tú. No se ve un alumno por ninguna parte.
  53. Los caminos se hacen caminando.
  54. Al creer apasionadamente en algo que todavía no existe, lo creamos. Lo inexistente es todo lo que no hemos deseado lo suficiente.
  55. Una fe es como una guillotina, tan pesada, tan ligera…
  56. Tengo la verdadera sensación de mí mismo solo cuando soy insoportablemente infeliz.
  57. Escribo de manera diferente a lo que hablo, hablo de manera diferente a lo que pienso, pienso de manera diferente a la forma en que debería pensar, y por lo tanto, todo procede a la oscuridad más profunda.
  58. No pierdas el tiempo buscando un obstáculo, tal vez no haya ninguno.
  59. En ti observé lo que tienen de enigmático los tiranos, cuya razón se basa en su persona, no en su pensamiento.
  60. Soy una jaula, en busca de un pájaro.
  61. Hay algunas cosas que uno solo puede lograr mediante un salto deliberado en la dirección opuesta.
  62. El espíritu se libera sólo cuando deja de ser un soporte.
  63. Tengo miedo ante la unión, ante el fluir hacia la otra parte. Entonces ya no estoy nunca más solo.
  64. Puedes elegir ser libre, pero es la última decisión que tomarás.
  65. A veces creo que puedo expiar todos mis pecados pasados ​​y futuros a través del dolor de mis huesos.
  66. No todos pueden ver la verdad, pero pueden serlo.
  67. Si se llega a un punto determinado, ya no hay regreso posible. Hay que alcanzar ese punto.
  68. Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia. Interrupción prematura de un proceso ordenado, obstáculo artificial levantado al derredor de una realidad artificial.
  69. Muchos libros son como la llave de cámaras desconocidas dentro del castillo de uno mismo.
  70. Si te involucras conmigo, te lanzarás al abismo.
  71. No es necesario que salgas de casa. Siéntate en tu escritorio y escucha. Ni siquiera escuches, solo espera. No esperes, quédate quieto y solo. El mundo entero se te ofrecerá a ti.
  72. Sólo temblor y la palpitación fue su respuesta a la afirmación de que tal vez poseía, pero no era.
  73. El significado de la vida es que se detiene.
  74. Cualquier cosa que tenga un valor real y duradero, es siempre un regalo desde adentro.
  75. Vivir es desviarnos incesantemente. De tal manera nos desviamos, que la confusión nos impide saber de qué nos estamos desviando.
  76. El gesto de amargura del hombre es, con frecuencia, sólo el petrificado azoramiento de un niño.
  77. En tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo.
  78. Todo el lenguaje es una pobre traducción.
  79. Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en un perro.
  80. ¿Por qué nos lamentamos a causa del pecado original? No fue por su culpa que se nos ha expulsado del paraíso terrenal, sino por causa del árbol de la vida con el objeto de que no comiésemos sus frutos.
  81. Un escritor que no escribe es un monstruo que corteja la locura.
  82. Creer significa liberar en uno mismo lo indestructible o mejor: liberarse o mejor aún: ser indestructible o mejor aún: ser.
  83. Hay dos posibilidades: hacerse infinitamente pequeño o serlo. La segunda es la solución, por lo tanto el éxtasis; la primera te impulsa a actuar.
  84. Nunca deseo ser fácilmente definido.
  85. La juventud es feliz porque tiene la capacidad de ver la belleza. Cualquiera que tenga la capacidad de ver la belleza nunca envejece.
  86. El dolor es el elemento positivo de este mundo, más bien el único vínculo entre este mundo y lo positivo en sí.
  87. En un tiempo no podía comprender por qué no recibía respuesta a mi pregunta, hoy no puedo comprender como pude estar engañado hasta el extremo de preguntar. Pero no es que me engañase, preguntaba solamente.
  88. Quien busca no halla, pero quien no busca es hallado.
  89. Vivimos en una era tan poseída por los demonios, que pronto solo podremos hacer el bien y la justicia en el más profundo secreto, como si fuera un crimen.
  90. Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia.





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